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Fernando de Ana

Obra ST

€4.800
ST, realizada por Fernando de Ana, a través de técnica mixta y resina sobre madera.

SERIE INSHINE

Mirar un cuadro. Mirarse. En un cuadro. Dentro. Las obras de Fernando de Ana ponen el acento en el poder de la resina, material del que ya es un referente, para captar la atención del espectador. Estamos ante un juego de seducción. Uno divertido, sensual. Serio. Un juego en el que quizá, si te atreves, acabes descubriendo cosas de ti mismo/a que antes no veías.

Y esta interacción solo depende de dos, en realidad: tú y tu sombra. Para ello, para conectar la parte luminosa con la zona oscura del alma, los cuadros de Fernando de Ana se ofrecen como canal de comunicación. Un catalizador. Un viaje donde hay de reflejos, transparencias, diferentes intensidades, brumas, límites geométricos, riesgos. También distorsiones: porque lo esencial no es lo que hay, sino qué sentido le otorgas.

Otro elemento importante de las obras de Fernando de Ana es el neón, que multiplica las contradicciones y ambivalencias de la resina. Una original y novedosa variable que altera la ecuación, como también ocurre en la vida: los colores cambian si está encendido o apagado, las paradojas de multiplican, la confusión debe ser asumida como parte del todo. El neón no es más que un recordatorio, al fin y al cabo, de la propia fragilidad y el paso del tiempo.

Para que todo este universo sea posible, Fernando de Ana apela a tu mirada. No puede ser de otro modo. No hay obra hasta que no miras. No hay luz sin oscuridad. Y no es fácil: hay que ser muy valiente para ver, con honestidad, de qué estás hecho/a.

Nota: IVA no incluido en el precio

FERNANDO DE ANA

Si existe un gen del arte, Fernando de Ana (Talavera de la Reina, 1979) y licenciado en Bellas Artes, lo lleva consigo. Desde que nació ha estado rodeado de óleo y lápices, espátulas y aguarrás. Pertenece a la tercera generación de una saga de artistas que comenzó a principios del siglo XIX con su tío abuelo, José Pérez, pintor y primer director del Museo de Arte de Cádiz, y siguió con su padre, Juan Carlos Jiménez, también pintor y Doctor en Bellas artes.

Un universo, el de la tradición pictórica española, que tiene integrado en las venas pero que ha sabido reinventar para su tiempo. Si sus antepasados se deleitaban con la luz y los bodegones, Fernando de Ana ha querido explorar también otros lenguajes más contemporáneos, trabajando primero como ilustrador ha recibido varios premios internacionales- y creador de dibujos animados, para más tarde empaparse del diseño y la vanguardia holandesa, país pionero en este campo, donde compaginaba su labor artística con la de director de arte durante más de una década. Su trabajo ha estado expuesto en Praga, Bolonia, Ámsterdam o Londres, entre otras ciudades y ha sido seleccionado y galardonado en diferentes certámenes de arte.

De esa transversalidad de influencias y de esa simbiosis de referencias clásicas y vanguardistas, llega ahora su madurez como artista. Alejado de su zona de confort, Fernando Jiménez apuesta por un lenguaje propio en el que las emociones priman sobre lo metálico. Su modo de estar en el mundo palpita en su obra: las relaciones humanas marcadas por el sexo, la soledad y la melancolía, la ansiedad como catalizador del arte, las obsesiones girando en espiral, la repetición de patrones, el morbo agitado con la ternura infinita, la inocencia frustrada que aun así respira, lo conmovedor como motor.

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